Architectural Digest
“Nuestro proyecto ha ido desarrollándose de una forma natural e intuitiva”, nos cuenta Sol Abaurrea, cofundadora de Galería Belmonte(Belmonte de Tajo, 61) junto a Ana Coronel, al preguntarle por la exhibición que su espacio acoge actualmente. “Seguimos manteniendo el propósito con el que empezamos: crear una red de visitantes y coleccionistas nueva, no necesariamente joven, y dar a conocer el trabajo de los artistas con los que colaboramos y representamos tanto en España como en el extranjero a través de las ferias”, añade. Bajo ese paraguas de pensamiento enmarcaron su primera exposición colectiva, Claro del Bosque, en la que estuvieron algunos de los artistas con los que, tres años más tarde, siguen colaborando. Una de ellas, Julia Creuheras, vuelve ahora, y hasta el sábado 18 de mayo, al que fue su hogar –creativo– con lightbodies.
Precedida por un patio de tamaño medio, la nave que da forma y cuerpo a Galería Belmonte –y que antaño era un abrevadero de vacas– es un lienzo de blanco puro, roto únicamente por las obras con las que Creuheras nos sorprende. “En la exposición gravito alrededor de la duda cuántica, un concepto que explica que la realidad se materializa en el momento en el que se encuentra con el observador. La materia, antes de ese encuentro, no está definida. Y es solo cuando la percibimos que toma cuerpo. Entiendo que es algo complicado de digerir, ya que rompe con la mentalidad física clásica, pero me parece fascinante. La cuántica propone entender esa duda como una verdad, legitimar la indeterminación”, nos explica.
Sus piezas, que mezclan engranajes, textiles y luces, y que están a medio camino entre la cultura pop, lo etéreo y la poesía, desdibujan los límites de lo que está vivo y lo que no. “La palabra animar significa contener ese soplo que llamamos vida o tener alma, anima en latín, pero también significa tener movimiento. Y yo me pregunto: ‘¿será que todas las cosas que se mueven están vivas?”, reflexiona la artista. “Para mí, las máquinas están muertas y vivas al mismo tiempo, como el gato de Schrödinger. Y eso es lo que me gusta, difuminar líneas dicotómicas”, añade.
Los materiales que emplea Julia Creuheras en lightbodies son, en su mayoría, látex translúcido e hilo de plata. “Empecé a usar este hilo para alegorizar el tejido del que está hecha la realidad. Según la cuántica, esta está constituida por filamentos vibratorios. Así empecé a hacer ropa, que era la manera con la que me sentía cómoda dibujando el cuerpo”, comenta. Sobre el látex, asegura, lo mejor es su capacidad translúcida: “Deja intuir lo que hay detrás pero no puedes acabar de verlo del todo. A mi parecer es un material que contiene incerteza”. Con ellos, la creativa ha dado forma a guantes que respiran, zapatos que resplandecen o camisas que palpitan. En ocasiones, estos movimientos son tan sutiles que uno piensa si verdaderamente ocurren o no –es la duda de Creuheras–.
Tras conocer su trabajo, uno no puede evitar preguntarse si, en un mundo en el que abunda la respuesta fácil y rápida, estamos preparados para dejarnos seducir por la incertidumbre. Creuheras lo tiene claro: “Justamente me parece necesario encontrar un momento para hacer las paces con el vacío. Propongo llevar ese ejercicio que ha hecho la cuántica por aceptar la duda a nuestras vidas cotidianas. Eso no significa vivir desinformados, sino consumir la información sin necesitar dictaminar que sea verdadera o falsa. Si nos desprendernos de esa búsqueda que es insaciable, el poder que tiene la verdad se diluye, perdiendo el trono que le dimos”.
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