El título de esta presentación, ese entredós, está tomado de un verso de un poema del artista Pepe Espaliú. En una de las últimas obras del artista, El nido, realizada en 1993, caminó en círculos continuos sobre una plataforma montada en lo alto de un árbol durante ocho días, quitándose una prenda cada día hasta que, en el último, queda por completo al desnudo. Moviéndose entre un extremo (totalmente vestido) y otro (totalmente desnudo) en su aprisionamiento de madera, el artista pudo haber encontrado una repentina fluidez del ser: tanto oculto como expuesto, ni cubierto ni desnudo. Atrapado en un espacio de transición, con dos lados tocándose entre sí, su cuerpo formaba un continuo.
Al igual que Espaliú, Lucía Bayón se interesa por movimientos de circularidad y espacios intermedios, específicamente cuando se trata de la (de)construcción de prendas. La palabra francesa “entredeux”, de la cual se traduce “entredós”, se refiere al estado intermedio entre los extremos, a un mueble colocado entre dos vanos, y, más comúnmente, a un bordado escalonado que une dos piezas de tela. Los agujeros decorativos del bordado se abren a medida que se unen. Es sobre estos ejes que Bayón presenta su nuevo cuerpo de trabajo: una constelación de imaginarios textiles, bajorrelieves y esculturas, conformados por gestos que interrogan las jerarquías materiales y las condiciones de producción.
Extendidas por estas habitaciones hay armaduras azul oscuro reforzadas con pulpa de tela vaquera y rectángulos esbeltos que recuerdan a abrevaderos de agua, remendados con cartón enyesado. Prendas de vestir han sido desenvueltas por sus costuras, sus partes invertidas y dispuestas para formar un nuevo todo. Pliegues ondulantes, escalones y suelas se dibujan sobre arrugas a medida que sobresalen de las paredes. Cada una de estas piezas se basa en procesos que se han convertido en una constante en la práctica de Bayón: horas y horas se dedican a la pulpa de papel y tela, cuyas fibras trituradas asumen una función renovada como materia prima del artista.
Combinando métodos de procesamiento industrial y manual, Bayón sostiene un circuito, uno que enreda lo residual en un lento devenir. En su formulación de las obras, la artista ha tomado la noción de patrón como principio rector. La construcción de patrones de prendas se asemeja a la construcción de un molde. Aquí, un conjunto de piezas planas y abstractas -un bolsillo, una manga de camisa- se unen y ganan volumen. Una plenitud se desarrolla a partir de las superficies.
Ese entredós designa un espacio liminal donde los procesos permean entre sí, y regímenes binarios de creación de significado son descartados. A cambio, nos encontramos con una tensión múltiple, con una acumulación opaca de capas, donde la trama ha madurado hacia una materialidad espesa. Las costureras solían ocultar inscripciones privadas en el forro de abrigos y chaquetas; en el reverso de la tela, en el lado que mira hacia el interior de la prenda. Nunca visto por el portador u observador, no están exactamente frente a nosotros, pero tampoco muy lejos.
Dagmar Bosma